Fase de Ascenso: Moraleja-UDB

 

Las crónicas de la temporada (2º partido 2ª eliminatoria de ascenso)

 

Ser, estar, parecer

 

 
Todo, antes del partido, pareció un sueño. Durante la semana, centenares de personas apuntándose al viaje en autobús, escribiendo en las redes sociales, respirando ilusión en las barras de los bares. Cuando llegaron las nueve y media, 5 autobuses y varios coches partieron rumbo a una experiencia desconocida para un pueblo casi virgen de historia futbolística. El Frente puso la pica en cuatro bares "moralejanos" mientras los jugadores se apartaban en retiro espiritual. Tras la paella, diversión, fichajes en servilletas y karaoke improvisado. Ah, y un tal Nadal, de fondo, conquistando la historia por octava vez.
 
Casi todo, sin embargo, se tornó en pesadilla durante el encuentro. A pesar del ambientazo verdiblanco en las gradas, de la pancarta agradecida de los jugadores a los seguidores, de la ilusión incontenible, los malos augurios tomaron pronto el protagonismo. A los 23 se relamió Quini con una volea de las que ejecuta con la frialdad de un psicópata del fútbol, pero blocó el portero... justo antes de que empezara la gran depresión. 10 minutos después se coló el lateral cacereño por banda derecha, bordeando (y rebasando) el fuera de juego: centró, Miguel despejó en falso y remató el Moraleja a placer (1-0). Y así, angustiosamente así, en el 64 (2-0) y en el 68 (3-0). Otras dos tuvieron los locales, siempre por alto, para ajusticiar el partido. Otras dos tuvo también Quini que le rebañaron en boca de gol unos centrales de altísimo nivel. Sólo a 7 para el final dejaron al "Capi eterno" ponerse el chaqué y los zapatos de charol para afinar, esta vez sí, una preciosa vaselina cruzada que nos llevaba directos a la prórroga (3-1). Pero antes, nos estremeció de emoción con un gesto que quedará para la historia de nuestro fútbol, y de nuestro pueblo: se levantó la verdiblanca, y en su espalda asomó la camiseta naranja de Jose, "El Mareao", con el 10 que lució durante su corta vida, y con el recuerdo de un pueblo que, años después, sigue y seguriá sin olvidarlo.
 
Así, encogidos de tantas emociones encontradas, comenzó una prórroga indescifrable. Y como en el Mito de Sísifo, volvió el águila a devorarnos el hígado, una y otra vez, sin piedad: primero con un balón colgado, exquisito control y asistencia en el punto de penalti, y remate duro para hacer el cuarto (4-1); después con un derribo al Rubio al borde del área que le quemó la cara y que acabó... con expulsión de Pacheco por protestar; más tarde con una respuesta inmediata al gol de Cordero (4-2) que redujo la ilusión a espejismo (5-2); y por último con dos paradones monumentales del portero moralejense a remates de Quini y, en el último suspiro, de Mora.
 
Y pitó, maldita sea, el árbitro. Y celebró el Moraleja, y se abatieron los nuestros. Pero como no hay derrota en un corazón que lucha, el "Frente Culebrón" invadió el campo, y rodeó a los jugadores, y los acompañó a vestuarios, y no cejó hasta que fueron volviendo, uno a uno, sin excepción, para recibir una cascada incontenible de cánticos y cariño. Y así acabó el domingo que pareció un sueño, que viró en pesadilla y que experimentó la cruda realidad.
 
Y en esas estamos, en la realidad del día después. Estamos en Primera Regional un año más, tras tropezar en el último peldaño de una escalera larguísima. Estamos en un verano muy largo, en el que muchos jugadores pueden desilusionarse, cansarse, enfadarse o irse, y otros no volver. Y estamos en medio de la crisis económica más larga que hemos conocido, en un pueblo humilde, y con una institución que ha de mantener 4 equipos, y creciendo...
 
Pero, a decir verdad, nada de eso somos. Somos mucho más que un equipo de Primera Regional o, mejor dicho, somos todo lo que sólo un equipo de Primera Regional puede ser: humildes, valientes y generosos. Son un equipo de jugadores nobles, que decidirán lo mejor para su futuro sin apoyarse en razones espúreas, y que contarán siempre, hagan lo que hagan, con el recuerdo agradecido del "Frente Culebrón". Y somos, sobre todo, un pueblo unido, ilusionado en la prosperidad y generoso en la adversidad, y no hay crisis que agriete esos valores.
 
Por eso, conviene aprender de la sutil diferencia entre estos tres verbos engañosos. Que las apariencias engañan, y que se pueden superar. Que los estados son justamente eso, instantes puntuales que, por difíciles que sean, pasan de largo, evolucionan y cambian. Y que permanece, por encima de apariencias y estados, la esencia de los comportamientos ejemplares, simbolizados por el imborrable gesto de Antonio Quini. Porque lo esencial, como le desvelaron una vez a "El Principito", es invisible a los ojos* :
 
  • Equipo arbitral demasiado irregular. Llevó bien el partido con el oleaje tranquilo, pero se dejó arrastrar cuando llegó la marea: dubitativo y errático en los momentos difíciles.
  • Más de 300 personas acompañaron a la Unión en su pasión, muerte y resurrección. Inolvidable.
  • Gracias a los amigos de Moraleja y Pinofranqueado que nos ayudaron en el viaje. Gracias Manuel, Nacho, "Hurdes Hooligans" y "el Hombre del Miura". Y gracias al amigo "Toñín", que se nos ha enamorado de la Unión, y que nos ha regalado un precioso programa de homenaje en "El Rincón de Achampong". Podéis escucharlo o descargarlo aquí: https://www.ivoox.com/c-p-moraleja-u-d-bienveida-audios-mp3_rf_2122108_1.html
  • Se ha acabado la temporada de los grandes, pero quedan "Los invencibles" de la UDB infantiles, que se la juegan el sábado. ¡Estamos con vosotros, chavales!
  • Después de más de 20 crónicas durante la temporada, que podemos deciros. Esta semana tenemos 75 nuevos fans, algunas promos han llegado a más de 800 personas en Facebook, y esta semana las publicaciones han llegado a 2400 personas. Gracias, gracias y gracias!!
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* Fragmento de "El Principito". Antoine De Saint-Exupéry

-Gano -dijo el zorro-, por el color de trigo. Luego, agregó:

-Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:

-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron bien molestas.

-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.

Y volvió hacia el zorro:

-Adiós -dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.

-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse.