Jornada 4: El espíritu de Aníbal

 

LA CRÓNICA DE LA SEMANA (J. 10)

¡BIENVENIDAZO!


           

    Aníbal Barca nació en la actual Túnez hace ya la friolera de 2250 años. El pequeño Aníbal se trasladó pronto junto a su familia a tierras hispánicas, concretamente a Cartago Nova, hoy conocida como Cartagena.  Allí creció y planeo uno de los mayores retos emprendidos por héroe alguno: la conquista de Roma. Aníbal fue instruido desde pequeño por su padre en el rechazo al invasor romano, y juró que, más tarde o más temprano, llevaría a cabo su venganza. La gigantesca aventura tuvo su primer éxito con la conquista de Sagunto y, tras cruzar el Ebro, con la llegada a la Galia francesa.

    Para cruzar los Alpes, Aníbal se acompañó de decenas de miles de soldados y de unos 60 elefantes, en una de las escenas más recordadas por la literatura y el cine. Aunque apenas sobrevivieron varios de los mastodónticos animales, los Alpes cayeron y, tras ellos, el norte y el sur de la Península Itálica. Tan sólo quedaba, rodeada y asediada, Roma, la capital del mundo conocido, pero nuestro héroe jamás dio el paso definitivo, asustado por la solidez de las murallas del antiguo imperio. Su hermano Asdrúbal, el gran aliado que esperaba para culminar su hazaña, fue asesinado, y Aníbal comenzó a perder territorios de manera inexorable. Antes de ser de nuevo vencido y sometido por los romanos, se suicidó.

    Así que no es este el héroe, ni el Aníbal, que merece hoy un hueco en nuestra crónica deportiva. El Aníbal que resucitó a un equipo abatido y derrotado es vecino de Bienvenida, y se apellida Ortiz. Aunque no ha conquistado terreno alguno, su vida es también digna de héroes, de esos héroes cotidianos que no aparecen en libros o enciclopedia alguna. Su última hazaña acaeció hace ya algo más de cuatro meses. Y digo hazaña y no desgracia porque, tras un escalofriante atropello en el centro de Madrid, Aníbal decidió apretar los dientes y, una vez más, luchar para seguir adelante. La recuperación es lenta pero continua, y todos esperamos que pronto esté totalmente rehabilitado.

    Hasta que pueda volver a andar por sí mismo, Aníbal acude a los partidos de la Unión en su silla de ruedas; lo hace porque es, siempre lo ha sido, un seguidor apasionado y fiel de nuestro equipo. Por eso, cuando tras un esperanzador comienzo de temporada, la UDB cayó 7-1 en San Jorge, decidió que podía hacer algo por la plantilla verdiblanca. Habló con Juan Carlos, el míster, y le comentó que tenía un vídeo perfecto para levantar el ánimo a los chavales.

    Así que técnico y aficionado se plantaron minutos antes de comenzar el partido del domingo con una televisión y reprodujeron un DVD con un mensaje emotivo y esperanzador: cuando se cierren las puertas, golpéalas de nuevo; cuando no encuentres salida, busca más caminos; cuando te sientas sin fuerzas, sigue luchando.

    Los jugadores quedaron absolutamente conmovidos, conmovidos con el mensaje y conmovidos con el mensajero. Así que salieron al campo olvidándose de problemas, de dificultades, de trampas y de limitaciones, y se dedicaron a jugar al fútbol con intensidad, con calidad, con fuerza y con pasión, apoyados por un público entregado y entusiasta. Y el resultado, con estas herramientas, no podía ser otro: 2-1, primera victoria como local desde que la Unión Deportiva volvió a una competición oficial, y una comunión infinita entre público, directiva, cuerpo técnico y jugadores.

    Todo equipo necesita sus símbolos, sus ídolos, sus modelos a seguir. El domingo la Unión Deportiva tuvo mucho más que eso: un hombre corriente que les enseñó, con su propio ejemplo, a seguir adelante. “Si no encuentro caminos, los abriré” dijo Aníbal Barca, el emperador, una vez. No estaría mal que la UDB lo adoptara, visto lo visto, como nuevo lema.

 

Pd: Probablemente, la crónica ya no pueda realizarse cada semana, debido a que me encuentro fuera de Bienvenida durante un tiempo. Aún así, intentaremos actualizar rápidamente los resultados, goleadores y clasificación, para que puedan continuar siguiendo a nuestra UDB. Perdonen por las molestias, y mil gracias una vez más.